Más de 200 mujeres que han sufrido violencia de género pasan cada año por el programa Atiende, un servicio destinado a cuidar de la salud mental de estas víctimas, incluidos sus hijos.
Begoña Arbulo llega con prisas a la entrevista. "Lo siento, tenía un juicio, el presunto maltratador está preso y lo tenían que traer desde la cárcel, y ella ha pedido videoconferencia para no coincidir con él"...
Historias como esta ocupan el día a día de Arbulo y de las otras seis personas que forman el equipo de Atiende, un programa de la Consejería de Empleo y Mujer que da cobertura a las víctimas que sufren algún trastorno mental como consecuencia de los malos tratos, y también a sus hijos.
Ella ha acudido al juicio para aportar los informes elaborados por el equipo dirigido por el doctor Francisco Ferre, una herramienta cada vez más útil en los juzgados de violencia de género. "Antes, si una mujer tenía una crisis de ansiedad, eso no se interpretaba como consecuencia de la violencia de género", añade Arbulo, "pero los jueces, por suerte, ya empiezan a tener en cuenta los daños psíquicos del maltrato".
Seis de cada diez mujeres que han pasado por esta situación padecen algún trastorno diagnosticable, según el Instituto de la Mujer. "Los más frecuentes son ansiedad muy intensa, que les limita mucho en un momento en el que necesitan todas sus energías para sobrevivir; estrés postraumático y depresiones", enumera Ana Mena, psiquiatra. A todo ello hay que sumar los problemas de los hijos que se ven envueltos en disputas por la custodia y que han sufrido también, como víctimas directas o como espectadores, los malos tratos en su hogar. Ellos también pueden sufrir depresiones o ansiedad por la situación que han vivido.
"Al poco tiempo de comenzar con el programa, decidimos separar físicamente el espacio donde atendemos a los menores del que utilizan las mujeres", explica Arbulo, "ya que a veces los hijos vienen acompañados de sus padres. A la hora de evaluarlos, es importante mantener una entrevista con ambos progenitores". Por eso no conviene que los maltratadores —o presuntos maltratadores, según el caso— sepan dónde reciben atención las víctimas, ni puedan enterarse por sus hijos.
Además, "en el 95 por ciento de los casos, los maltratadores conservan el derecho de visitar a sus hijos", añade Alfredo Calcedo, profesor titular de psiquiatría. "Así, al trauma de los hijos por la violencia se añade el de los procesos judiciales o, incluso, el de ser utilizados como 'arma arrojadiza' o como 'mensajeros' por sus padres, para seguir acosando de forma muy sutil, pero efectiva, a la víctima hasta desestabilizarla emocionalmente", explica este experto.
Atiende actúa como dispositivo de referencia en todo el ámbito sanitario y sus miembros no se cansan de insistir en la importancia de la sensibilización. Teniendo en cuenta que, según el doctor Ferre, el maltrato es "una estrategia mantenida en el tiempo, de machaque, hasta desmoronar a la víctima", y que, apunta Arbulo, se tarda una media de 11 años en detectarlo y pedir ayuda, "incluso a nosotros, que somos un equipo especializado, que se forma continuamente, nos pueden quedar rendijas".
Por ejemplo, cuando la víctima tiene algún tipo de dependencia del maltratador, es más difícil que lo denuncia. "Hay una regla: cuanto más vulnerable es una persona, es más probable que la maltraten", apunta Calcedo. El programa ha atendido casos extremos, como el de una anciana impedida que vivía en un segundo piso cuyo marido la dejó dos semanas sin comer ni beber. "En este caso, el maltrato consistía en negarle la ayuda", apunta Arbulo.
Para la víctima, este solo será el punto de partida de una peregrinación por los recursos y servicios sociales: "Recursos de empleo, sobre todo para aquellas que nunca han trabajado o con situaciones precarias; de vivienda; para el cuidado de los hijos...", explica Josefina Mateo, encargada de dar apoyo social al programa.
En 2007, el programa abrió 227 nuevos expedientes, de los cuales 55 quedaron sin atender porque las víctimas no acudieron: de ellas, 335 rechazaron la ayuda, a 18 resultó imposible citarlas y dos más no acudieron a la cita. El número de hijos que pasaron por el programa el pasado año rondó el centenar. Todos los casos, derivados desde los 47 puntos municipales de atención a la violencia de género.
Aun así, teniendo en cuenta que una de cada diez mujeres sufre malos tratos en algún momento de su vida, según el Instituto de la Mujer, por aquí solo pasa "la punta del iceberg", insiste Alfredo: una mínima muestra de los casos que cada día se producen en la región. "Es difícil sacar a la luz algo que tradicionalmente se ha considerado del ámbito privado", reflexiona Arbulo, "y la estigmatización de las víctimas no ayuda. Por eso, cuando hay una muerte, casi siempre es una sorpresa, rara vez se había denunciado, nadie sabía nada". Como la de Laura, este martes, o las otras tres mujeres muertas en la Comunidad en lo que va de año.